lunes, 5 de octubre de 2015

Guerra de las Islas Chinchas (30-9-2015)

Por estas fechas que tanto se habla de guerras decimonónicas, es bueno recordar aquella oportunidad en que Chile se atrevió a declararle la guerra España a fin de defender a Perú y detener lo que muchos temían podía acabar en un nuevo intento de reconquista de las antiguas colonias. 

La Guerra de las Islas Chinchas, también llamada la Guerra Hispano-Sudamericana, transcurrió entre 1865 y 1866, siendo desencadenada por una pelea entre peruanos y miembros de una flota científica española (lo de "científica" era cuestionado por muchos, sepase, sospechando intensiones bastante menos nobles que el estudio de pajarracos), que acabó en la ocupación peninsular de las Islas Chinchas, unos peñascos repletos de guano que valian su peso en oro y eran fundamentales para la economía peruana. Empero, Peru vivía una pelotera política por aquellos años y fue incapaz de reaccionar a la invasión, por lo que Chile, preocupado de que esto pudiere escalar hasta terminar con el Virreinato restituido, fue a ponerle el pecho a las balas en nombre del continente y declaró unilateralmente la guerra a la Madre Patria, llevandose una zarta de bombardeos (como el de Valparaiso, en la imagen), batallas y bloqueos navales a cambio. Peru, Ecuador y Bolivia se unieron al conflicto al año siguiente (interesantemente, la Esmeralda y el Huascar alcanzaron a estar en la misma flota como aliados). 

En respuesta a la ofensiva, citando a Francisco Encina, ""un enjambre de inventores de torpedos, brulotes, minas eléctricas, buques cigarros (submarinos), casi la totalidad semilocos, asediaban a toda hora al gobierno chileno, ofreciéndoles sus inventos que destruirían infaliblemente la escuadra española"; uno de estos fue el tristemente perdido Submarino Flach, uno de los primeros de su clase en el mundo. La guerra culminó formalmente en 1871, mas los enfrentamientos cesaron en 1866. 

Ambos bandos se declararon vencedores (los sudamericanos por haber expulsado a los españoles, y los españoles por insistir en que la invasión había sido meramente un acto de castigo y no de reconquista). Y aunque para chilenos y peruanos los costos económicos fueron grandes (Chile perdió casi toda su flota mercante, aunque poco tiempo despues pudo rearmarla), este evento es considerado el punto de cierre en el proceso de independencia de Peru y, así como el fin de cualquier opción de que el continente fuera a ser recuperado por España.

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