En el Antiguo Egipto las moscas eran un verdadero problema, especialmente cuando la disminución anual en el caudal del Nilo dejaba aguas estancadas por todo el territorio. A fin de no ser molestado por aquella plaga, el faraón contaba con sirvientes especiales que eran completamente cubiertos de miel a fin de que las moscas se les fueran encima a ellos, y que debían circular cerca -pero no demasiado- del monarca para mantenerlo constantemente protegido.
Debe haber sido gente muy dulce.
Fuente: The Mediterranean World, McInerney, p230