viernes, 16 de agosto de 2013

El Sínodo Cadavérico

El Synodus Horrenda, o Sínodo Cadavérico, fue un extraño episodio en que se vio involucrada la Santa Sede en el año 897 d.C., cuando el Papa Esteban VI decidió enjuiciar al Papa Formoso... quien había muerto hacia más de un año. Esteban VI ordenó exhumar el cuerpo de su pre-antecesor, vestirle con la regalía papal y colocarlo en un trono ante todos los integrantes del juicio. Dado que, por razones técnicas, Formoso era incapaz de hablar, un diacono fue asignado para responder en su nombre. Como era de esperarse, Formoso fue declarado culpable, tras lo cual Esteban VI declaró su pontificado como nulo, le fueron rasgadas las vestiduras, cortados tres dedos de su mano (aquellos usados para bendecir) y vuelto a sepultar, para más tarde ser re-exhumado y arrojado al río Tíber. 

Este insólito evento causó gran conmoción en Roma, y una turba enardecida depuso a Esteban VI, quien fue encarcelado y posteriormente asesinado. Un año más tarde, en 898, Teodoro II reunió un nuevo sínodo para declarar el juicio de Formoso como nulo, restituyendo su papado y enterrando sus restos en la Basílica de San Pedro, donde residen hasta el día de hoy. 

El sucesor de Teodoro II, Juán IX, finalmente prohibió urbi et orbi cualquier futuro juicio a personas muertas.