miércoles, 3 de julio de 2013

Norton I, Emperador de los Estados Unidos y Protector de Mexico

En 1859, Joshua Abraham Norton, un británico proveniente de Sudáfrica que había emigrado a San Francisco para luego perder todo su dinero invirtiendo en granjas de arroz peruano, se autoproclamó Emperador de los Estados Unidos y Protector de México. Vistiendo un añejo uniforme militar, Norton I deambulaba por las calles de San Francisco inspeccionando el estado de las veredas y el correcto operar de los itinerarios de los trolebuses, dando discursos filosóficos y exigiendo la colocación de flores en los maceteros. Aunque en un comienzo la gente lo tomó por loco y le prestó poca atención, el paso de los años y su férreo convencimiento de estar en lo correcto terminó por convencer a la ciudad. Un uniforme elegante le fue regalado por los Gendarmes y la gente en la calle se sacaba el sombrero y hacia una reverencia a su paso. 

Eventualmente, Norton I comenzó a emitir decretos imperiales, el primero de ellos exigiendo la inmediata disolución del Congreso, puesto que el aparato legislativo ya no era necesario existiendo su persona. Numerosos decretos le siguieron, tales como su exigencia de que la Iglesia Católica le coronase formalmente Emperador y el fin de la Guerra Civil; algunos de ellos fueron bastante visionarios: Ordenó la construcción de un puente sobre la Bahía de San Francisco, la integración de las comunidades de inmigrantes y la libertad de culto. En uno de sus momentos mas famosos, evitó que una horda de furiosos trabajadores masacrara a una comunidad de inmigrantes chinos parándose en medio y rezando el Padre Nuestro hasta que la multitud se dispersó. 

De ahí  su popularidad se disparó. Pese a no tener un peso a su haber, comía regularmente en los mejores establecimientos de la ciudad, los cuales se peleaban por conseguir los preciados "Sellos de Aprobación Imperial", placas de bronce que otorgaban gran prestigio a los restaurantes. Toda obra de teatro, opera y sinfonía tenía por norma un palco reservado exclusivamente para Su Majestad Imperial, al punto de que cuando un interprete extranjero reclamó que era una estupidez, la gente indignada se retiró del espectáculo. 

Norton I emitía su propia moneda, la cual se volvió un medio de pago aceptado en todo San Francisco. 

En un grave momento de tensión, un oficial de policía que por lo visto provenía de otro sitio aprehendió a Norton I con el objetivo de internarlo por locura; la furia pública no se hizo esperar, con todos los periódicos, industriales y sacerdotes de la ciudad reclamando su libertad. El propio Jefe de Policía ordenó su inmediata liberación y el oficial fue suspendido. En un acto de magnanimidad, Norton I otorgó un "Perdón Imperial" a la institución, y desde entonces todos los oficiales de policía de San Francisco acostumbraron realizar reverencias ante el paso de Su Majestad. 

Norton I finalmente murió de una embolia en 1880. La ciudad se hizo cargo de todos los gastos del funeral, al que asistieron mas de 30.000 personas, incluidos el alcalde, obispos, representantes públicos, dueños de periódicos, empresarios y cuanta personalidad había, en una procesión que se extendía mas de 3 kilómetros (para que consideren lo enorme del funeral, tengan en cuenta que San Francisco tenia 230.000 habitantes en aquel entonces. El 13% de la población asistió). Cuando se inspeccionó la pequeña habitación en que vivía, todo lo que se encontró fue una colección de bastones, un sable, un conjunto de sombreros y menos de 10 dolares en dinero. Hasta hoy, Norton I es una celebridad en San Francisco, y su tumba sigue siendo mantenida por la alcaldía de la ciudad.