La pequeña nación de Kiribati está compuesta por 32 atolones repartidor por el Pacífico sur, que en total suman unos 800 km2 (a modo de comparación, Santiago ocupa unos 659 km2). Con 100.000 habitantes, el país sufre de graves problemas de sobrepoblación, que se acrecientan por el hecho de que se está hundiendo: Las características de los atolones los hacen especialmente proclives a desintegrarse, por lo que se estima que, antes del 2050, la totalidad del territorio de Kiribati va a estar bajo el agua.
Tal es el problema que el gobierno kiribatiano ha extendido solicitudes a Australia y Nueva Zelanda para que acepten a sus habitantes como refugiados permanentes, pero sin conseguir mayores resultados. Debido a esto, Kiribati ha comenzado a comprar grandes extensiones de terreno en otros países, principalmente Fiji, a fin de enviar a su gente a vivir ahí.
No hay claridad de que exactamente va a ocurrir con Kiribati como entidad soberana una vez que se quede sin territorio de esta manera, pues sería la primera vez en que tal cosa ocurriría; su propio presidente no sabe exactamente si la nación podrá seguir existiendo formalmente a esas alturas.
